Crítica al profesor de Filosofía
Durante mucho tiempo,
me estuvieron atormentando con la idea de que en primero de bachillerato
tendría que dar Filosofía. Todo el mundo me decía que era una asignatura extremadamente
compleja, ya que te veías obligado a aprender multitud de nombres, pensamientos,
razonamientos y delirios. Ademán de tener que soportar incontables horas
soporíferas que te dejaban lo menos, aletargado y confundido.
Yo tuve el año pasado, para bien o para mal, un profesor
de ética cuyas clases podrían ser resumidas en forma muy breve, todo un
dispendio de palabras, que para mi gusto, la mitad eran innecesarias. Se pasaba
horas y horas explicando, nadie podía intervenir en la clase. Gracias a dios,
tuvimos la suerte de no tener que soportar aquel infierno a primera hora, de lo
contrario, mucho me temo que la gran mayoría de nosotros habría sucumbido al
sueño.
Pero vallamos al meollo de la cuestión ¿Por qué dije
“para bien o para mal” al principio del párrafo anterior? Pues resulta que,
había decidido cambiar de instituto, y elegí para cursar primero de
bachillerato el IES el Espinillo. Por lo que me libré de otro año más de
innecesario sufrimiento con aquel profesor, quién había dejado el listón
bastante bajo para el que sería mi nuevo profesor.
Así que allí estaba yo un día, hablando con algunos de
mis nuevos compañeros, preguntando sobre los profesores que nos habían tocado.
Y fue en esto, que me dio por preguntar sobre el profesor de Filosofía. A lo
que uno respondió con gran énfasis e ilusión: “¡Nos ha tocado a Enrique!”. Yo
me quede más que perplejo, por dos motivos. El primero de ellos, porque yo
estaba acostumbrado a oír quejas constantes del profesor de ética y de
filosofía de mi antiguo instituto, y me pareció más que chocante que un alumno
se alegrase de tener a un determinado profesor. Y segundo, porque recordé
entonces que el profesor de mi antiguo instituto también se llamaba así, y me
vino a la cabeza la idea de que, podría haberse dado el fatídico caso de que mi
antiguo profesor se hubiera cambiado de instituto y hubiera ido a parar al
mismo que yo. Idea que hizo que un escalofrío me recorriera la columna
vertebral y me hiciera sudar.
Sin embargo, aún recuerdo el primer día que mi nuevo
profesor de Filosofía me dio clase. Y aún me acuerdo, la tremenda impresión que
me causó el ver entrar a un profesor con traje y tan alto. Y aun más que nada
más empezar la clase lo primero que hiciera fuese dibujar el cuadrado de la
muerte y recitar su querido, digamos, lema. Con estas simples cosas, logró
captar completamente mi atención. Ah, y también me alegre al darme cuenta de
que no era el mismo profesor que el año pasado.
Durante todos estos meses, Enrique P. Mesa, mi profesor
de Filosofía, ha demostrado ser sin lugar a dudas uno de los mejores profesores
que he tenido, por no decir el mejor. ¿Y a qué se debe esto? Pues se debe a la
gran habilidad que tiene a la hora de dar clase en el sentido de, hacerla
amena, entretenida, y a la vez ser capaz de hacer que aprendas. ¿Y cómo lo
hace? Bueno, pues para empezar, pone a disposición del alumno una página web
donde puedes encontrar, desde la teoría que se va a dar, pasando por
comentarios de texto para practicar para los exámenes, así como notas de corte
y un largo etcétera de ventajas.
Pero, centrémonos en la clase en sí. Una vez imprimidos
los apuntes, y estando dibujado el cuadrado de la muerte, así como recitado su
pegadizo lema. El profesor empieza repasando lo que en anteriores clases se ha
visto, punto por punto, de tal forma, que así el alumno refresca lo aprendido y
se puede reanudar el tema sin ningún tipo de duda, y si la hubiese, el profesor
la responde sin poner ningún tipo de pega.
Después de haber repasado lo explicado anteriormente,
comienza la clase en sí misma, y empieza leyendo lo que está escrito en los apuntes,
y después pasa a explicarlo, siempre con ejemplos que nosotros podemos entender
sin problema alguno. Y si aún así, no lo entiendes, el profesor siempre
pregunta antes de continuar si alguien tiene alguna duda, y ahí puedes
aprovechar para preguntar. Esto es algo, que muy pocos profesores hacen, y sin
dudas, es realmente útil.
Por otra parte, el profesor, nos incita a reflexionar
mediante la creación de un blog. Nuestro profesor nos da una serie de temas
sobre los que tendremos que pararnos a pensar, y sacar deducciones mediante la
reflexión que después plasmamos en nuestros blogs. Esto me ha parecido una idea
genial, ya que, a la vez que incita al alumno a reflexionar, hace que el alumno
empiece a desarrollar ideas propias y a saber defenderlas redactando. Y
finalmente, obtiene unas decimas extras que siempre son de gran ayuda.
Hasta ahora, no he hecho otra cosa que decir cosas buenas
sobre mi profesor, y os preguntareis, ¿tan perfecto es? La verdad, es que
prácticamente no tengo nada sobre lo que quejarme, salvo en un sentido. A
veces, el avance en el temario se hacía extremadamente lento e incluso monótono.
Ya que el profesor estaba continuamente explicando lo mismo una y otra vez a
gente que no había entendido cosas, pero por otra parte, aunque pueda resultar
a veces aburrido, la finalidad de esto, es que el alumno entienda lo que se
está dando en clase, por lo que en realidad no podría decir si esto es una pega
o no.
Finalmente, me gustaría decir, que me encantaría que el
año que viene me volviera a dar clase mi actual profesor. Ya que con él, he
aprendido multitud de cosas, y ha despertado en mí algo que ningún otro
profesor había hecho antes, ha logrado que realmente me interese por la
asignatura. Y no solo por lo que se dé en clase, si no por la Filosofía en sí
misma. Por esto, y por todo lo citado anteriormente, le doy las gracias y le
felicito por ser tan buen profesor (aunque no sé si realmente es tan bueno
profesor, o es tan solo que el listón estaba demasiado bajo), y anhelo tener la
suerte de volver a tenerle el año que viene como profesor.